Nuestras inspiraciones, como el retrato mismo de los símbolos que exponemos, en el pasado cimentaron las raíces del desarrollo de generaciones de hoy, conocidas como Millennial y Centennial.

Luego de 50 años de consecuencias —en la víspera de, en ese entonces, transformaciones en las relaciones exteriores del mundo, avances en las tecnologías de la comunicación y el desarrollo de nuevas herramientas de cómputo y audio— hoy observamos los inequívocos efectos de múltiples decisiones estratégicas, influenciadas por el espionaje, la conspiración y nociones notorias de alternativas de persuasión en las sociedades.

El libertario de los 70 dates está perdido en el tiempo; sus pasos apenas han dejado un recorrido que las generaciones jóvenes entienden desde las experiencias colectivas e individuales.

Lo que señala nuestro progreso como sociedad está permeado por el olvido y la falta de formación en el fruto de nuestras causas: la realidad misma.

Del latín Realis, la palabra «realidad» cuenta con un enriquecido constructo de fuentes al español que conciben su significado. Desde la única apreciación del término, entendemos como «existencia efectiva» o «cosa que verdaderamente existe».

Aquí, lo interesante se presenta al indagar sobre su construcción. Entendemos entonces que esta palabra proviene del latín Res, que a su vez construye lo entendido como «acto/cosa».

En su formación lingüística, comprendemos que «cosa» proviene del latín causa, formada por: asunto, motivo y cuestión.

Así mismo, recordemos «verdad» del latín veritas, también verus, que significa: genuino, actual, real.

Y «existir», del latín exsistō, que se desglosa de forma simple en exsisto —es decir, «afuera» y «colocar/parar»— en su construcción como «estar parado».

Si la realidad es la “cosa que genuinamente existe”, en esos términos podemos asumir que significa “causa existe” o “causa afuera en efecto”.

Lo que, a nuestro juicio, es fundamental es justamente entender lo anterior, cuestionarlo de forma implícita y continuar en el ejercicio de hacerlo.

Es así, desde el cuestionamiento de lo cimentado y regido —conocido desde distintos términos como modelos hegemónicos, tradición, burocracia, materialismo, entre otros— que la contracultura dejó de ser solo una manifestación de rebeldía, extendiéndose por el mundo como toda expresión artística que desafía lo concebido como «lo debido» o «lo que debe hacerse».

Particularmente, esto parte de las causas mismas que promovieron su desarrollo: la realidad.

En esta oportunidad, exponemos las bases de nuestro inicio, venideros del final para causar el principio, uno que aún perdura en nuestros días. Al mismo tiempo, exploramos las consecuencias de los hechos que formaron la sociedad digitalizada que hoy encontramos.

Con especial atención, nos dirigimos a la época de los años 60 y 70, donde se gestó el caldo de cultivo que promovió nuevos conflictos, alimentó viejos enfrentamientos y, lo más impactante, no contribuyó al desarrollo colectivo de la conciencia sobre nuestra realidad.

De hecho, ocurrió todo lo contrario: la cultura de masas y el mundo recibieron de sus líderes una interpretación maleada a sus justas proporciones para así evitar lo inequívoco, mediante la manipulación de la información, las falacias y la tergiversación de la verdad.

Pero la naturaleza de la vida solo pretende ser contradicha por necios, y la revolución nunca fue ni será televisada.

A continuación, en Klute-e seguiremos brindando claridad sobre nuestras investigaciones y, por supuesto, no lo haremos desde lo convencional.

Nuestra invitación está ligada a continuar observándonos desde lo híbrido: en la web y en las calles.

Nuestro compromiso está erguido, está afuera, y lo continuaremos promoviendo desde lo que más nos inspira: el knxwledge, el audio y las artes.

Personaliza tus respuestas resolviendo tus dudas, ingresa aquí tus datos y solicita asesoría directa de productos disponibles y otras soluciones de audio específicas para tu workflow creativo